Se nos ha colado Papa Noel

Lo siento, pero no puedo evitarlo. Aunque ya forme parte de nuestro paisaje navideño, Papa Noel me sigue pareciendo un intruso. Este personaje -cuyo aspecto nada tiene que ver con los abuelitos a los que estamos acostumbrados por estos pagos, sino más bien con un jubilado danés de esos que disfrutan de su retiro en la Costa del Sol- se nos ha colado entre las imágenes navideñas con el mismo sigilo que, se supone, emplea para descolgarse por las chimeneas.

Gracias a las grandes superficies comerciales, casi todas de capital, y por tanto de costumbres, procedentes de más allá de los Pirineos, Santa Claus ha ido ganando terreno y robando protagonismo a los Reyes Magos. Seguro que si se preguntara a los españolitos, la mayoría seguiría apoyando a los Magos de Oriente. Ya se sabe, la tradición. Sin embargo, con la disculpa de que después del 6 de enero los niños apenas tienen tiempo para jugar, cada vez más familias abren la chimenea al viejecito nórdico.

Ocurre algo parecido con la fiesta de Halloween. Aunque ahora se intenta situar su origen en la tradición celta, lo cierto es que ha llegado hasta nosotros vía Estados Unidos. Y se va aceptando. El 30 de octubre veía un programa de televisión en el que preguntaban a ciudadanos qué opinaban acerca de esta celebración. La mayoría se quejaba de que era una muestra más del imperialismo, en este caso cultural, de los norteamericanos. Eso sí, todos los entrevistados se encaminaban, perfectamente ataviados de brujas y otros personajes de terror, hacia una fiesta de Halloween. Muestras así de coherencia impresionan a cualquiera.

En este país, en el que tanto nos gusta alardear de cultura propia y de inspiración mediterránea, estamos sucumbiendo ante las hordas bárbaras. Lástima, con el encanto y el misterio que tienen los Reyes Magos. Para empezar, forman parte de la historia que dio origen a la Navidad. No olvidemos que son reyes y además magos, dos atributos que ya le gustaría tener a Papa Noel. Además, vienen de regiones pertenecientes, desde el punto de vista del desarrollo, al Sur. Y no solo eso, sino que cada uno es de una raza diferente. Qué mejor ejemplo para nuestros niños en estos tiempos que tanto se habla de interculturalidad.

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