La rossa contra la azurra




Aparece en mi muro de Facebook una curiosa foto de una señora, puño en alto, con aspecto propio las primeras décadas del siglo pasado y el siguiente texto: “Todos con la Roja”. La señora es la histórica dirigente comunista Dolores Ibarruri, “la Pasionaria”, y el doble sentido de la frase hace referencia al apoyo a la selección española de fútbol inmersa en la disputa de la Eurocopa.


Unos días antes, escucho en un programa de radio a un oyente que protesta porque se denomine “la roja” a nuestra selección futbolística. No explica a qué se debe su disconformidad. Puede que le parezca restar valor a lo que representa el combinado nacional. Quizá sea porque entienda el término “rojo” todavía acompañado de anteriores connotaciones políticas. Recuerdo que mi abuela jamás utilizaba el adjetivo y un jersey era encarnado o colorado, pero nunca rojo. Sospecho, es lógico, que todavía no había conseguido sacudirse la carga negativa que acarreaba el término en nuestro país durante muchos años del siglo XX.


Disiento con el oyente radiofónico. Posiblemente fuera más comprensivo si supiera las piruetas que hemos de hacer los periodistas para hallar sinónimos y no repetir palabras en las informaciones. Además, seguro que a ese mismo oyente le parece acertadísimo que a la selección italiana la denominen la azurra (la azul) o la francesa, les bleus (los azules).

En cualquier caso, confío en que mañana en la final el rosso se imponga al azurro. Y después, ya hablaremos tranquilamente sobre cómo llamar a nuestra selección.

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