Una batalla diaria

Puente la Reina. Amanecer con El Perdón al fondo.


La he visto esta mañana y creo que ocurre a diario. Aunque no resultaba cruenta ni ruidosa, se percibia que la batalla era a muerte. Nada menos que dos luces enfrentadas hasta el final. Orígenes, propiedades y estilos diferentes dispuestos a imponerse: la luz natural frente a la artificial.

La primera surge detrás del monte, inundando paulatinamente la línea del horizonte con millones de luxes. Consciente de su inferioridad, la luz artificial se refugia en lo alto de la farola para dar la espalda a su adversaria. Sabe que es cuestión de minutos, que el fin está cerca. Pero también sabe que su derrota es efimera: antes de quince horas volverá a lucir en solitario. Sin rival hasta el siguiente amanecer.

Comentarios