De amor y vino

“Una cosa es el vino y otra cosa es el amor”. Así empieza la canción tan bien elegida por Pablo para acompañar el vídeo con el que despedimos a Ignacio (y también homenajeamos a Marcelo, cómo no). “Pero si juntas las dos, nace el amor por el vino”, continúa el tema de los Celtas Cortos.

Eso es: amor por el vino. No puede ser otro el envoltorio que ha adornado toda la historia de La Centinela desde sus inicios. Amor junto a una porción de locura traída por dos tipos irrepetibles llegados del otro lado del Atlántico, una corriente de demencia en la que unos cuantos se han dejado (nos hemos dejado) arrastrar mansa y placenteramente.

Sin ese enfoque, no tiene explicación que La Centinela reúna a su alrededor a un grupo tan variopinto de personas y que toda cita -poda, vendimia, embotellado…- convierta la bajera de Miguel y Mariaje en el epicentro de tantas, y tan divertidas, celebraciones.

Javier Goldáraz

El ímpetu de Marcelo e Ignacio abrió el camino, una aventura a la que se unieron unos cuantos entregados, jornaleros incondicionales en las labores más duras de la viña y en la asesoría magistral para lograr la mejor vinificación. Mejor no los cito -ellos se reconocerán-, no vaya a olvidarme de alguno. Y luego estamos los colaboradores ocasionales, atraídos por los cantos de sirena de La Centinela en sus días grandes.

Aunque todavía sea mayo, a punto de llegar la floración, unos cuantos de esta familia de La Centinela estarán ya pensando en cómo será la próxima vendimia en las laderas de Artazu. Ojalá la uva venga con calidad y abundancia. Y, lo más importante: ojalá volvamos a coincidir todos.

Comentarios

Angel ha dicho que…
Muy bonito